Sobre el ingreso a la atmósfera de restos espaciales que fueron observados desde nuestro país
Sucesos similares ocurren con más frecuencia de la que solemos pensar. Cualquier satélite o parte de algún cohete en órbita baja sufre rozamiento atmosférico, que variará en función de la forma del vehículo, la altura de la órbita y la etapa del ciclo solar en la que estemos (cuando el Sol está más activo, las capas altas de la atmósfera se expanden y entonces aumenta el rozamiento). Dicho rozamiento hará que, con el tiempo, los vehículos espaciales regresen a la tierra.
Por este motivo, los satélites, telescopios y estaciones espaciales ubicados en una órbita baja (200~2000 km de altura) cada cierto tiempo tienen que encender sus motores para volver a ‘elevar su órbita’.
Ahora si el vehículo espacial queda ‘fuera de control’ pasa exactamente lo mismo, es decir van perdiendo altura desde entonces como consecuencia del inexorable rozamiento con las capas altas de la atmósfera. La única diferencia es que no pueden utilizar sus motores para elevar su órbita, esto hace que sea un tanto impredecible la zona donde terminarán ingresando a la atmosfera. Es a esto lo que llamamos una ‘reentrada incontrolada’.
¿Cuál es la diferencia con una entrada controlada? Ambas son igual de destructivas para el vehículo. La diferencia radica en que en una reentrada controlada se encienden los motores para que los restos de la nave caigan en una zona deshabitada, normalmente el Pacífico sur. Esta maniobra la efectúan rutinariamente las naves de carga Progress, Cygnus y HTV.
Una idea muy extendida dice que cuando una nave queda ‘fuera de control’ inmediatamente debe ‘caer’ a la Tierra como si fuera un avión lo que no es así y puede provocar un alarmismo innecesario.
Este malentendido es sorprendentemente frecuente entre periodistas y cineastas (no hay más que ver Gravity o Interstellar, por ejemplo).
La basura espacial